miércoles, 4 de julio de 2012

Nación y deporte: Como el fútbol humaniza el nacionalismo

La mayor parte de mis amigos se sienten españoles (por no decir todos). Es curioso como hacen exaltación de su nacionalismo ya sea cuando la selección española de fútbol consigue algún hito importante (ya sea a nivel mundial o a nivel continental) o cuando algún español consigue un triunfo en otra disciplina deportiva (aunque ese deporte en particular no interese, no importa, ha ganado un español).

Cada dos veranos en España las banderas inundan calles y balcones, mayores y pequeños lucen camisas y polos de su país y en general se vive un ambiente de concordia y respeto mutuo, pero repito, esta situación sólo se da cada 2 años (y también hay que decir que de forma mucho más general a partir de los éxitos de la selección de fútbol acaecidos a partir de 2008). La pregunta es sencilla, ¿por qué las personas que se sienten orgullosas de pertenecer a España sólo muestran su orgullo patrio durante acontecimientos deportivos de gran calado y no durante los actos de su vida cotidiana?. Para responder a esta pregunta debemos irremediablemente acudir a la historia negra más reciente de España. Una dictadura de 40 años basada en una ideología ultranacionalista y que se apoyaba en símbolos como el himno o la bandera han creado una tara para la sociedad española a la hora de demostrar su patriotismo.

Para las generaciones postfranquistas el hecho de sacar a pasear una bandera o lucir cualquier distintivo patriótico era en cierta manera apología del franquismo, y en esas ideas nos hemos criado los hijos de esa generación. Hay miedo, en la mayor parte de la sociedad, a demostrar lo orgulloso que se está de ser español (recordad que el cántico estrella es el: ¡¡Yo soy español, español, español!!. Suena a una clara autoafirmación patriótica innecesaria en la mayoría de los países, parece necesario gritarlo para ser consciente de ello), ya que enseguida se es acusado de "facha", es esta situación la que nos demuestra el gran daño que ha hecho a la sociedad española la dictadura franquista, por otro lado también me gustaría resaltar el hecho de que a muchas personas se les ha increpado por acudir con banderas republicanas a las celebraciones de la selección, un republicano es igual de patriota que un monárquico o que un nacional-conservador, el hecho de sacar con orgullo una bandera da buena muestra de ello.

Por estas razones creo que el papel que juega el fútbol en España a la hora de resaltar el orgullo patriótico es mucho más importante que en el resto de los países del mundo. Por mucho que la mayoría de la sociedad cierre los ojos, España es un país dividido al que sólo el fútbol ha conseguido unir (en cierta manera y no de forma completa, pero si un un porcentaje bastante alto).

Tras estas reflexiones podemos afirmar el importante papel que juega el fútbol en los momentos de poner de manifiesto fuertes dosis de patriotismo. Esto evidentemente no es nuevo y a lo largo de la historia se ha utilizado este deporte como una clara herramienta de movilización nacional. Pondré varios ejemplos para que entendáis el papel capital que juega el fútbol en la potenciación del nacionalismo.

Para todos los aficionados al fútbol es de sobra conocido el fuerte componente fascista de la mayoría de los grupos ultras europeos y en particular de los grupos ultras italianos, y si queremos profundizar aún más en el grupo ultra de la Societa Sportiva Lazio. Dicho club nunca fue adalid del fascismo ni del radicalismo hasta que un tal Benito Mussolini profesó su amor por la escuadra lazial, este hecho supuso un giro de 180 grados en la ideología de su afición y a lo largo de su mandato el Duce utilizó al Lazio para fomentar su cercanía al pueblo italiano, acudiendo a los partidos y dando una imagen afable y de claro contenido paternalista. Es curioso como tras el paso de los años la ideología de la mayoría de la afición lazial se define conservadora (cuando no directamente fascista), también es curioso observar como está ideología incluso ha traspasado la gradas para llegar hasta el terreno de juego, el mejor ejemplo es el exjugador Paolo Di Canio y su saludo fascista a la hinchada radical lazial cada vez que era sustituido o se conseguía un triunfo en el Olímpico (en alguna ocasión dicho saludo iba dirigido a la nieta de Benito Mussolini presente en el palco de honor del Olímpico de Roma).




Paolo Di Canio realizando el saludo fascista a la afición del SS Lazio en el Olímpico de Roma




Tras el ejemplo de Mussolini parece que el siguiente paso está cantado, Adolf Hitler y el famoso partido de fútbol de 1942 que enfrentó al equipo alemán Flakelf y a un combinado de futbolistas ucranianos que pertenecían al Star de Kiev. Con el paso del tiempo este partido fue conocido como el "Partido de la Muerte". El Star consiguió vencer al Flakelf por 5-3, justo antes del final un hecho marcaría para siempre el partido, un jugador llamado Klimenko quedó solo frente al portero alemán, lo sorteo, y en lugar de meter gol, disparó hacia el centro del campo en un gesto de desprecio que hizo que la delegación alemana se retirase. El destino estaba escrito. Adolf Hitler no podía permitir que un equipo "racialmente" inferior humillara a los alemanes y con el paso de los días varios jugadores fueron acusados de comunistas, asesinados por la GESTAPO y conducidos a campos de trabajo donde finalmente perecieron. Dicho partido se vendió en Alemania como un triunfo de la raza y la ideología alemana sobre Europa del Este (hay que recordar que Ucrania fue uno de los países donde mayor represión nazi se produjo). Una vez más se utilizaba el fútbol para potenciar los valores de la nación y el patriotismo.




Imagen del conocido como "Partido de la Muerte", celebrado en Kiev en 1942



El siguiente ejemplo no esta adscrito necesariamente a la importancia del fútbol en la exaltación de valores patrióticos, sino en como la propia ideología dominante puede penetrar en las capas del deporte rey de forma clara y con ello eliminar la disidencia antipatriótica que algunos futbolistas podían personificar. Es el caso del futbolista español del Real Madrid (entre otros) Manuel Fernández Fernández, más conocido como Pahíño, prolífico goleador (consiguió dos pichichis y más de 100 goles con la zamarra blanca) y que debido a sus inclinaciones ideológicas vio como su nombre fue vetado de la convocatoria de la selección española para el mundial de 1950, los motivos eran claros, fue acusado de rojo (leía a Tolstoi y a Dostoievski, ya se sabe que en pleno franquismo cualquier nombre o vocablo que sonara a soviético era identificado como comunista, además de ser un admirador de la obra de Hemingway). A partir de ese momento Pahíño empezó a ser conocido como "el futbolista rojo"y su nombre se borro de la lista de convocados para el citado Mundial. El Gobierno franquista no podía permitir que un futbolista con claras inclinaciones izquierdistas defendiera la camiseta de la selección española de fútbol, garante del patriotismo español.



Pahíño en su época de jugador del Celta de Vigo



En la línea del anterior ejemplo nos encontramos con una situación de tintes similares, este vez nos debemos desplazar a la URSS, en pleno estalinismo el jefe del NKVD (servicios secretos soviéticos, hoy en día conocidos como la KGB) Lavrenti Beria vetó a varios futbolistas para que no formaran parte de la selección de fútbol de la URSS (la mayoría de ellos procedían del Torpedo de Moscú. equipo rival del Dinamo de Moscú, el equipo de Beria), entre estos jugadores destacaba Eduard Streltsov conocido como el Pelé ruso. Beria fue mucho más allá que en el caso Pahiño y trasladó a varios de estos jugadores señalados a campos de concentración (Streltsov incluido). Es importante señalar que a parte de motivos ideológicos en este caso también deberíamos señalar los motivos personales que llevaron a Beria a llevar a cabo tal atrocidad. Hablamos de una conjunción de defensa del patriotismo soviético unido a lazos emocionales, contexto que nos puede servir para encuadrar la URSS de Stalin en un escenario fuertemente patriótico a la par que sentimental.



Eduard Streltsov, conocido como el Pelé ruso, considerado uno de los mejores jugadores de la historia de Rusia



Me imagino que muchos me llamareis ventajista, ya que he elegido ejemplo basados en regímenes autoritarios o dictatoriales para ilustrar mi post, regímenes donde el componente nacionalista muchas veces rayaba la locura o la exacerbación. Pues bien, también hay ejemplos en democracia de la utilización del fútbol como herramienta para potenciar la exaltación de la patria y el nacionalismo. No hace falta que nos vayamos muy atrás en el tiempo ni que traspasemos fronteras, las fiestas nacionalistas en las que se han convertido cualquier partido de selecciones autonómicas o de la propia selección española son un buen ejemplo de ello.

En el caso de los partidos de las selecciones autonómicas nos encontramos ante claros mítines políticos en forma de partidos de fútbol, sobre todo si hablamos de partidos de la selección de Euskadi y de la selección de Catalunya donde las ikurriñas y las senyeras ondean al viento y donde Els Segadors o el Eusko Gudariak se cantan a pleno pulmón. Estos espacios deportivos son utilizados hábilmente por los sectores nacionalistas para llevar a cabo fuertes exaltaciones patrióticas y nacionalistas, no es de extrañar que el último intento de partidos de selecciones autonómicas buscara "enfrentar" a Catalunya frente a Euskadi. El problema de estos partidos es que ha provocado que el fervor nacionalista se traslade a otras comunidades autónomas donde el componente nacionalista no está tan arraigado, el caso de las selecciones de Galicia (algo más arraigado), Canarias, Murcia o la Comunidad Valenciana son buenos ejemplos de ello.

En el caso de la selección española de fútbol me remito a la introducción de este post. Los partidos son acontecimientos deportivos con fuertes tintes políticos que tienden a alienar a la población en favor de los valores patrióticos y nacionalistas. En una sociedad como la española la necesidad de alienar a la población en favor de estos valores se hace imprescindible para evitar lo que algunos llaman la "rotura de España", y en este sentido el fútbol se ha convertido en algo capital a la hora de la defensa y el enorgullecimiento de estos valores.





















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